Exitosa primera edición de BLANK con Abdulla Rashim y Svreca
Sala Siroco, viernes noche 4:08 AM aproximadamente, presenta un lleno hasta la bandera. El escenario, donde Abdulla Rashim ha dejado exhausto al personal, se acaba de habilitar para descongestionar una pista de baile que rezuma sudor y buenos ánimos. Svreca en cabina con una actitud musical a pecho abierto pinchando el techno que le llena. El fuerte, el duro, el oscuro. Momento en el que, con casi dos horas por delante, decidimos recoger el chiringuito. En la puerta se formó una cola de gente tremenda para acceder a la sala madrileña (y no hablamos de los que salen a fumar que se arremolinan en frente). Hay aforo completo y les va a tocar esperar bastante. A nivel gráfico esto puede servir como ejemplo de la expectación que suscitó la primera cita de BLANK.
BLANK es una sesión trimestral que nace como una de esas diásporas que nos deja la crew del extinto Post Club. Se presenta como un evento con tan solo dos artistas que se reparten un horario de seis horas en total. Para su puesta de largo se contó con Abdulla Rashim como invitado internacional y el madrileño Svreca. El primero hizo un dj set de primera hora y un live de otra hora en el horario central de la noche. Por su parte Svreca calentaría el directo del sueco y tendría dos horas y media para quedarse a gusto repartiendo estopa hasta que se enciendan las luces.
Era la primera visita a Madrid de Abdulla Rashim. Con semejante nombre muchos se esperaban encontrar un artista de rasgos árabes, pero en su lugar se encontraron con un joven y espigado sueco que responde al canon nórdico por excelencia: alto, rubio, ojos azules e imberbe. Un tipo que separa completamente su personalidad real con la artística puesto que nunca ha trascendido a los medios su verdadero nombre. Lo que sí que sabemos es que es una de las sensaciones del techno más ambiental. Desde que hace tres años irrumpiera en la escena, ya sea en solitario o en la formación Ulwhednar, su estrambótico aka resuena en los circuitos underground más sibaritas musicalmente hablando. Se convierte en un fijo para Northern Electronics (una especie de sello que funciona como cooperativa technera para artistas suecos) y el año pasado le publicó su álbum debut Unanimity, que enseguida encandila a la crítica por su aura mutante y revisionista.
Con todos estos alicientes, Svreca -que lo conoce bien ya que le editó en Semántica- se encargó de un warm-up tremendamente oscuro y muy mental utilizando temas con bombos marcados en su muy justa medida. Siroco, que no es que sea un club muy grande, ya estaba al 50% de su capacidad desde primera hora; cosa inaudita para un servidor que se ha comido primeras horas con unas 10 personas (contando artistas y camareros). Mientras que BLANK seguía cogiendo color con más público accediendo a la sala (incluyendo a muchos Dj y productores capitalinos y mucho periodista especializado) Svreca tuvo la sangre fría de no salirse de un guión para no deslucir el directo del sueco. Todo Dj siente la llamada para meter una marcha más cuanto más gente ve en la pista. Este artista no, y ahí reside su mérito. Para algunos aburriría a las ovejas pero como primera parte de la noche su coherencia musical fue de matrícula. Ya habría tiempo de embrutecerse y tirar la casa por la ventana a partir de las 3:30. Como así fue.
Y entonces Rashim subió al escenario para empezar un directo, a base de máquinas y cero ordenadores, que poco tenía que ver con lo que uno se podría esperar si se iba con Unanimity como guía referencial. Un leve destello de luces por parte de la sala que fue cortada inmediatamente para volver a la oscuridad. Un silencio sepulcral al comienzo mientras lanzaba atmósferas que sí que recordaban a su álbum debut y que enlazaba con el trabajo de su predecesor en la fiesta. Tardó dos minutos en soltar su primer bombo (y su primera sonrisa pícara) para gozo del personal que necesitaba movimiento como el comer.
A partir de ahí fue un directo de techno seco y recio donde tocó 'Moral Blinds' y 'No God' de los temas que pudimos reconocer de su disco, eso sí, mucho más recrudecidos. Su techno fue muy europeo y académico con toques ácidos y tímidas melodías que daban empaque a un discurso compacto y oscuro que era recibido con algarabía. Y ahora un contrabombo, otra sonrisa y más gritos del público. Delirio que se consumó con una merecida ovación a final del live. Unanimidad para alabar un techno venido del frío que calentó los cuerpos de los presentes.
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