Tras su fiesta más exitosa en sus algo más de 2 años de vida, Replay Sunset Parties se enfrentaba a una reválida difícil: una fiesta de Año Nuevo con muchas horas por delante y en competencia directa con otras dos propuestas más grandes y ambiciosas. Una con más pedigrí (Goa) y otra que a priori cala más en la masa y en la juventud no solo de la capital sino a nivel nacional (Madrid Winter Festival). Aún así, se puede decir que la fiesta salió más que airosa de este tremendo envite. No, no fue el megapetadón de hace dos meses (a las 5 de la tarde el polígono de Pinto era un solar y solo había un parking disponible que se iba llenando poco a poco hasta que se habilitó el segundo pasadas un par de horas) pero sí que hubo un goteo incesante de gente, más veterana que de costumbre, que hizo que la fiesta tuviera un color bastante sano y buen rollero. Ni miradas perdonavidas, ni situaciones tensas en ningún momento. Solo ganas de celebrar el nuevo año sin complejos.
El que eligiera Replay para pasar su 1 de enero no se equivocó. Quizá por cartel para algunos, como el que suscribe, le faltaba un plus. Negar esto sería de necios. Pero la comodidad, el buen ambiente y la camaradería clubber que se respiraba tenía un encanto especial, a veces olvidado en esta ciudad, para los que tenemos el culo pelao de fiestas y festivales.
Al igual que en noviembre, el centro de operaciones para un servidor iba a ser la Open Air ya que tenía las bazas más atrayentes del line-up: Nastia, Mathias Kaden y Pablo Bolivar. El problema de esta carpa -que tan bien le sienta el sonido Funktion One- vino con un enemigo que se colaba en cuanto había menos gente: el frío. La zona donde se situaba el cañón de calor se convertía en la más demandada cuando más vacío se quedaba este espacio, dando una sensación extraña al Dj, ya que la gente bailaba igual pero se aglutinaba en los laterales. Este caso le ocurrió a un Bolivar- que pinchó de 1:00 a 3:00 de la madrugada- que repartió un Techno muy equilibrado con su House característico y seductor. Muy buen hacer y uno de los artistas más finos de la jornada intercalando vinilos con tracks desde sus USB.
Esa imagen contrastó con un Richy Ahmed que por la tarde tuvo una Open Air en plena ebullición para el que no gustara por el sonido minusero de Matador en una Main Room más a medio gas por las horas tempraneras y los últimos rayos de sol que incitaban a estar fuera. Eso sí, me niego a llamar Deep-House a lo que pinchó este señor por muy artista de Hot Creations que sea. Aunque energético y con ganas de agradar, su set fue demasiado lineal con un tech-house insípido y pesado sin dar momentos de respiro al personal allí reunido, que en honor a la verdad estaban gozando como perros ya fuera por el milagro bonocopas o porque de verdad les estaba gustando. Su último tramo sí que tuvo un amago de más diversidad, una lástima que no explotara esa vía antes porque su trabajo y buena disposición hubiera lucido mucho más.
Quién fue inteligente para eso, ya con la noche cerrada, fue la ucraniana Nastia. La sorpresa positiva de la jornada. Esta señorita famosa en foros por su vídeo dándolo todo en Kazantip, demostró que es más que una cara bonita y unas tetas botando que a todos nos viene a la cabeza para hacer el chascarrillo fácil. Mi miedo es que optará por ese sonido minimalero y de turbina que la hizo una celebrity de YouTube dentro de la escena. Pero no. Profesional como la copa de un pino, sobria pero simpática en cabina y musicalmente sin miedo a meterse en terrenos clásicos ya sonara a groove chicaguero, techno detroitiano o electro europeo. Muy seria y una de las triunfadoras de la noche manteniendo la pulsión de una pista con la suficiente gente bailando para que no tuvieras que buscar el cañón de calor.
El otro que consiguió animalar al personal, y que a mi juicio comparte trono con la Dj del Este, fue el alemán Mathias Kaden. Supo tirar de Techno con las dosis justas de melodías en momentos clave. Dio empaque a su trabajo sin ningún fallo de técnica y se notaba que disfrutaba tanto o más que los que levantaban los brazos al ritmo de los poderosos bombos que escupía.
Entre medias un directo de Premiesku. Muy correctos los rumanos pero no conectaron tanto como su antecesora y su sucesor. Un momento para realizar visitas a la pista principal, que ahora sí estaba bien engrasada y con bastante público, con los últimos coletazos de un directo de Julian Jeweil que pareció engatusar a todos los presentes por la ovación que se llevó. Hobo, otro que no es santo de mi devoción, tuvo un set bastante pragmático. Ya no estábamos para tonterías y aportó músculo sin dejar que decayera el ambiente. Conclusión todos bailando. Esa sensación se potenció con Paul Ritch, otro al que tampoco le tengo en mi santoral pero que cumplió con su cometido. En resumen, ninguno molestó, ni hicieron nada que distorsionase con los designios que marcaba la noche.
Es posible que Chris Liebing multiplicara esa sensación de fiestera en la sala principal y que los residentes Simón García y David Ponziano hicieran lo mismo en la Open Air, pero eso os lo tendrá que contar otro porque a las tres de la mañana recogimos campamento. Lo que sí que se puede decir es que la fiesta aguantó el tipo muy dignamente en su noche más complicada gracias a su buena inercia de fechas pasadas. Todos contentos.
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