De misa con Dekmantel y Boiler Room

Por Armando Gallego aka Blac

Último día de la semana del Sónar, pasan las cuatro de la tarde del domingo y los aledaños del Poble Espanyol ya están infestados de Clubbers –en su mayoría foráneos, pocos bailaríamos en casa– en busca de su última ración de bombo. Allí tuvo lugar uno de los saraos más codiciados de toda la extensa programación de la promotora IR en ese peculiar lugar, la fiesta conjunta entre Dekmantel y Boiler Room. El monasterio de Sant Miguel, situado al oeste dentro del Poble, fue el lugar escogido para montar el soundsystem y desplegar nuestros mejores bailes.



Aún con la pedrada en la cabeza, y con la gustera nostálgica de otro cierre maestro en el Sónar por parte del gran Laurent Garnier, me dirigí hacia ese lugar destacado en la guía de todo turista que visita la ciudad condal, el Poble Espanyol es un museo arquitectónico a gran escala donde uno puede culturizarse cual bohemio, comer como un señor y partir tarima como el que más; en esta ocasión tocó esto último. Mientras apuraba un jugoso pero ácido zumo de naranja, eché una ojeada a las redes sociales porque desde Boiler Room se confirmó que el ‘secret guest’ encargado de cerrar esa edición sería el idolatrado Dixon, una auténtica bomba que garantizó definitivamente el sold out de la fiesta. Los secretos se iban desvelando, pero el lugar donde se desarrollaría la Boiler únicamente lo descubrirían los asistentes al evento. Así que tras una charla animada con el taxista de turno y un paseo por las calles del Poble, por fin me encontraba en el jardín del monasterio con los Dekmantel Soundsystem animando el cotarro.


Gran ambiente el que se palpó desde primera hora gracias al alegre Disco que mezclaron Casper Tielrooij y Jan van Kampen, los Dekmantel Soundsystem para la ocasión –ni rastro de Thomas Martojo, el otro miembro de la formación–. El sol brillaba sobre la pista mientras meneábamos las caderas con los sonidos africanos del 'Benga Benga' de Ajukaja, un tema de ritmos muy contagiosos que nos infectó a todos los que nos encontrábamos allí. Fueron unos primeros bailes ideales que tuvieron su momento cumbre con el 'For Your Love' de Chilly, un hitazo clásico que provocó cierto delirio. Y una vez calentados llegó la hora de conocer una Boiler por dentro, de vivir la famosa experiencia.

Después de dar un rodeo por los jardines y aledaños, llamó la atención una larga fila para entrar dentro del propio monasterio. La zona para la Boiler sería el patio interior de la capilla, lo que se traducía en un aforo bastante limitado. Tras una larga espera por fin llegó mi momento, no sin antes ser advertido de las normas para poder acceder: no estaba permitido comer, beber y fumar. Eran unas normas que dieron pie a un tráfico lento de entrada y salida, a ver quién era el guapo o la guapa que no hacia una de esas tres cosas en una fiesta como esta. Pero lo de fumar no se llevó muy a raja tabla, ya que a eso de las ocho de la tarde el calor y el aroma a cigarrito de la risa acompañaba el discurso technero y fino de un Solar que tenía problemas con uno de los tornamesas. La cabina estaba situada en medio de un patio que se nos prohibió pisarlo, algo que estaba clarísimo que no se iba a cumplir: “This Is Spain”, obligándonos a bailar escondidos en la sombra del claustro alrededor de Solar Langevin, parecíamos monjes admirando la figura del DJ en vez de Clubbers bailando a nuestro DJ. Un postureo infame.


Pasé prácticamente una hora ahí dentro, así que el cuerpo pedía urgentemente algo para apaliar el calor y dejarse de tanto postureo. Más tarde pasarían por allí Ben UFO y Dixon, misión complicada el volver a entrar con esos monstruos en cabina. El lleno ya era bastante latente y la pista de la zona Dekmantel ya lucía imponente con los últimos compases del directo de Juju & Jordash, los cuales estrujaban con fuerza la 909 para un digno cierre. Se acercaban las nueve de la noche y con ella el turno de uno de los protagonistas de la fiesta, el alemán Motor City Drum Ensemble.

No fue nada fácil conseguir un buen sitio en la pista, todos los rincones posibles estaban ocupados. Algo habitual cuando el señor Danilo Plessow está a los mandos, la fama y el éxito le acompañan allá por donde pincha sus preciados vinilos. ¿Qué ofrecería MCDE para mantener la energía de la pista provocada por el Techno de Juju & Jordash? La respuesta la obtuvimos en el primer cuarto de hora de su set: Deep-House americano del de toda la vida para llevarnos poco a poco a su rollo con la música Disco por bandera. Y todos los allí presentes estábamos encantados, la selección musical que estaba ofreciendo resultó excepcional y apropiada, demostrando una técnica envidiable y una conexión con la pista aplastante. El bueno de Danilo lo estaba partiendo –la opción de volver a la Boiler para ver a Ben UFO tuvo que ser descartada por razones obvias–.

Fueron dos horas donde navegó siempre en aguas houseras, a veces oscuras y otras alegres, pero siempre con el Disco como eje central. Mezclas rápidas, mezclas trabajadas, mezclas desarrolladas… Derroche total con numerosos momentazos como con el 'You're In My System (Atmospheric Vocal)' de The System. Ya en el tramo final fue donde se escucharon las mejores joyas de su maleta, cosas como el 'Shades Of Jae' de Moodymann se jalearon de lo lindo ya con la luna como protagonista. Larga y merecida despedida entre aplausos para uno de los grandes de la escena House mundial, un auténtico TOP, su fama le precede.


El que también disfrutó con la exhibición de MCDE fue el carismático de DJ Harvey, el encargado de cerrar este último guateque de IR en el monasterio. El británico bailó como uno más y dio la nota como el que más, el tipo apareció vestido de bufón y con ganas de juerga, quizás demasiadas. Es la única explicación que encuentro a su mal comienzo, no atinó a mezclar su primer tema con una base tribal y las siguientes cuatro siguientes tardaron unos 7 minutos o más en llegar. Además desentonó en el discurso, pasamos de la alegría de todo el día a la tristeza del Techno-House. Aburrió a los murciélagos, nos invitó a irnos.

Pero antes irme, me armé de valor e intenté acercarme por la capilla para bailar un rato el cierre de Boiler Room con el ídolo Dixon. Algo que fue imposible porque la fila para entrar llegaba hasta el Camp Nou... Se acercaba la media noche y mi semana del Sónar ya llegaba a su fin con el broche perfecto de haber bailado a Motor City Drum Ensemble. Larga vida al rey.

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