Por una serie de compromisos familiares ineludibles un servidor no pudo asistir a la pasada fiesta Post Club en la que Powell era el reclamo principal y que se anunciaba con la frase nadie al volante. Un desfase de tomo y lomo musical donde todo estaba permitido. Imposible imaginar hasta qué punto se les iba a ir la pinza a estos pirris si no has estado presente. Menos mal que han decidido compartir el set del barcelonés EVOL para poder imaginar el desbarre que allí se tuvo que vivir en una especie de aquelarre electrónico para volver a la adolescencia.
Porque lo que hizo Roc Jiménez de Cisneros está en las antipodas de lo que se podría esperar de él porque siempre se le tiene considerado como una figura seria, respetable y
en constante búsqueda de la vanguardia con sonidos no aptos para todo
tipo de público que, como buen científico del ruído, suele exhibir en eventos de calado experimental. El set es un petardeo del bueno donde el factor nostalgia de un pasado que queda demasiado lejos juega un papel crucial. Porque hay poki o bumping, progresivo y makina sin distinción. Un remember donde lo mismo suena 'Sandstorm' de Darude que el 'Spastik', da igual si se mezcla el 'Qué Idea' que el 'Higher State of Consciousness'. Joder, ¡si hasta suena Sonia y Selena! Es tal el desfase musical en una supuesta fiesta de pedigrí tan underground que la broma funciona a la perfección. No se la pierdan porque no sabrán si bailarla o buscar urgentemente una feria para montar en sus coches de choque.
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