El popular club parisino obtiene la ansiada licencia que le permite abrir a cualquier hora del día de forma ininterrumpida
Otra vez una notica de las que dejan los dientes largos a la comunidad clubber española y que muestran la permisividad y comprensión de consistorios de ciudades europeas con sus clubs emblemáticos, y lo mucho que tenemos que recorrer en nuestro país para llegar a estas situaciones idílicas. Ahora el conocido club parisino Concrete situado, no a orillas sino en el propio Sena, ha anunciado que ha conseguido la licencia que le permitirá abrir de forma ininterrumpida durante 24 horas siendo el primer club de la capital francesa en tener esta deseada concesión. La primera fiesta con un horario tan laxo ya está programada para el 1 de abril con un evento que abrirá a las 10 de la noche del sábado y cerrará sus puertas a las 2 de la madrugada del domingo al lunes.
Frédéric Hocquard, consejero y delegado encargado de los asustos relacionados con la noche en el Consistorio de la ciudad, ha declarado su intención de adaptar los modos de vida a la demanda de la gente que quiere continuar de fiesta haciendo que las cosas no paren. Todo ello dentro de un plan más global -que incluye unos horarios de cierre extendidos de 7 a 10 de la mañana- que desarrolla la idea de un turismo de ocio nocturno que ciudades como Ámsterdam, Berlín y Londres están consolidando con figuras como los Night Majors que gestionan un sistema sostenible entre las ganas de fiesta de unos y el derecho a descanso de otros. En el caso de Concrete, el club deberá esforzarse en velar por el respeto de los ciudadanos, de su propio público y de su personal.
La pregunta de siempre es si estos modelos son exportables a las costumbres españolas donde las licencias horarias son muy taxativas, derivadas de una legislación muy rígida donde hay que buscar la picaresca y el ingenio para saciar una demanda que siempre va a estar ahí. Todos conocemos ejemplos de clubs y afters con horarios más allá de las 6 de la mañana que no les queda otra que manejarse con otro tipo de licencias jugando con los huecos que dejan los vacíos legales para determinadas entidades jurídicas. Eso en el mejor de los casos, porque hay otros en los que directamente no queda otra que recurrir a la pura clandestinidad.
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