Sónar 2017: bailes, calor y mucha diversión

Crónica del 24º edición del festival barcelonés

Dos semanas después volvemos con nuestra tradicional crónica de Sónar. En 2017 se han revelado diferentes caras del macroevento barcelonés que convierte la ciudad condal en la capital mundial de la música electrónica. Tras una pasada edición en entredicho y con una competencia feroz que ha subido mucho el nivel en cuanto a artistas y dj´s, se presentaba un nuevo encuentro que con corrientes de opinión bastante polarizadas. Muchos críticos y a la vez muchos defensores que argumentaban que era una de las ediciones más sólidas donde la vanguardia volvía a tomar el pulso. El resultado en fríos números dan la razón a la organización que ha superado el récord de asistencia de 2013 (el de su vigésima edición) consiguiendo reunir a más de 123.000 almas en los tres días de festival y los cuatro de congreso tecnológico Sónar+D. Ha sido el Sónar del éxito que deja unas altísimas expectativas de cara a 2018 cuando el festival cumpla su cuarto de siglo, todo un hito en el festivaleo patrio.



Pero este caluroso Sónar 2017 ha tenido más lecturas, y algunas no tan positivas a nivel organizativo. Porque también ha sido el Sónar de los problemas técnicos con varias actuaciones donde el sonido por un motivo o por otro fallaba (a bote pronto Lanoche, Moderat, Nosaj Thing, Fran Leaners…). El Sónar de las barras desbordadas, especialmente el caótico viernes noche donde se podía tardar una media de más de 20 minutos en pedir una consumición. El Sónar donde los amigos de lo ajeno han hecho su agosto en junio con multitud de denuncias por robo, todo el mundo conoce a alguien al que le han sustraído algo aprovechando un descuido provocado por la multitud. Todo ello son puntos a pulir de los que seguro la organización ha tomado buena nota.

En el ámbito musical, hay que destacar que ha sido el Sónar del trap/música urbana/dancehall con todo un escenario dedicado a las nuevas corrientes que vuelven locos a los jóvenes y a alguno que no lo es tanto, ampliando sus miras a todo un nuevo público. Ha sido el Sónar de Björk tras los platos y con su particular estilismo. Ha sido el Sónar del perfeccionamiento de la figura de Arca como showman con un espectáculo cargado de sensibilidad extrema y la provocación innata. El Sónar de la experimentación donde hasta de una lavadora se puede extraer música que te haga mover el buyate. El Sónar de la imaginación con propuestas locas y tremendamente efectivas. El Sónar de las viejas glorias que demuestran que quien tuvo, retuvo. El Sónar de la fiesta pura y dura con conciertos para no parar de botar y sesiones rejuvenecedoras. Pero sobre todo, la edición 2017 ha sido el Sónar de ellas. De las mujeres. Todas ellas rayando a un nivel espectacular que sació a todo el mundo.


-Ellas dan el golpe

Desde aquí no nos gusta hacer distinciones de género pero este año el dominio de las chicas ha sido tan apabullante que es imposible no dedicarles su merecido espacio. No hablamos de presencia, que también, sino de calidad en sus actuaciones. Sobre todo si nos centramos en las que ofrecieron dj sets que fueron de lo más destacado en este formato. Los cierres de viernes y sábado noche con Nina Kraviz y The Black Madonna respectivamente dieron momentos de felicidad, una más technera y otra más ecléctica, con los primeros rayos de sol dando en el la cara del respetable. Lena Wilikens dio una lección magistral de inteligencia a la hora de afrontar una sesión a primera hora de la tarde sin perder el pulso del baile pero no convertir el Village en una verbena antes de tiempo. Una de las ganadoras del festival.


Otras que se coronaron, esta vez en Sónar Noche, fue la pareja compuesta por la americana Avalon Emerson y la danesa Courtesy compartiendo cabina. Expeditivas como pocas y con la difícil misión de no perder el poso de energía que dejó un grupo mítico como De La Soul (posiblemente uno de los mejores conciertos de esta edición). Y no solo lo consiguieron sino que incluso lo superaron con una combinación de ritmos contundentes y melodías voladoras entre las que se colaron temas ya clásicos de la Emerson y algún que otro inédito, que hicieron explotar las cabezas y los pies en la última jornada del festival.

Si nos referimos a lives electrónicos la combinación ganadora la encontramos entre las cortinas azules del SónarDöme. Primero con la chica que conquistó tímpanos el año pasado con la canadiense Marie Davidson. Su espectáculo Bullshit Treshold era algo más que música de baile, era un desafío al público por parte de una pizpireta Davidson. Mientras desgranaba su fantástico Adieux Au Dancefloor demostró que su spoken word va más allá del baile y si necesita explicar a un público atónito cómo fue su operación de apendicitis, lo hace y punto. ¡Una jefa!



Del mismo modo pero algo más expeditiva y sin andarse con zarandajas la hierática Veronica Vasicka repartió dureza sin compasión y sin mover un solo músculo de su cara. Eran las cuatro de la tarde del sábado y la de Minimal Wave vio a bien que la gente sacara ya la bolsica a pasear. A partir de su directo solo quedaban quemar más y más naves.

En otro plano bien distinto pero en el mismo azulado lugar, Lanoche era la encargada de abrir el telón con su House ambiental cargado de profundas atmósferas para los más madrugadores del festival. Y en la primera actuación fue toda una premonición de los problemas técnicos que iba a sufrir el evento. A la madrileña una regleta fue la que le jugó una mala pasada. Tuvieron que cambiarla, con la lógica pérdida de tiempo, pero con un público entusiasta que jaleó a la artista cuando el groove volvió a invadirnos el pecho.


-Cosas bonitas

Posiblemente el directo con más sentimiento fue el de Aitor Etxebarria y su banda a la hora de repasar la música creada por el vasco para el documental Markak. Cuerdas, guitarras, piano, batería y sintetizadores ensamblándose a la perfección con la emoción a flor de piel en los momentos en los que se revivía lo que supuso el bombardeo del municipio vizcaíno hace 80 años. Alguna que otra lágrima se vio y lo sorprendente fue que, además de pasajes de la banda sonoros, se tocó bastante material inédito de la banda y algún tema ya conocido de El_Txef_A para cerrar el concierto.


Con Forest Swords hay dos posturas: los que vieron el concierto desde posiciones lejanas con un sonido algo regulero y los que estábamos en primera fila del Sónar Hall entrando en el onírico mundo de Matthew Barnes acompañado de un guitarrista mientras presentaba su último disco llamado Compassion. Música preciosista y sugerente directa para cerrar los ojos y dejarte llevar de la mano del de Liverpool.

Digno de mención también fue lo del dúo HVOB con el atardecer barcelonés de fondo en la primera jornada. Profundidad electrónica a medio caballo entre el House y el Techno con clara influencia del pop vocal más amable daba como resultado un SónarVillage lleno de sonrisas y ganas de ponerse meloso.

Mucho antes de ellos actuaron Christian Tiger School en SónarDôme convirtiéndose en una de las revelaciones del festival. Los sudafricanos inclasificables en cualquier género electrónico porque beben de todos y los vomitan con una pasmosa sintonía y coherencia nos dejaron catatónicos con unos ritmos divertidísimos que pone de relieve el empaque de da un buen batería sobre el escenario. En un plano mucho más jazz se pudo degustar a Daniel Brandt & Eternal Something que nos perdimos más de la mitad de su concierto buscando aventuras más urbanas en el Village.

Aunque a nosotros nos pareció un concierto la mar de entretenido podemos entender que las habilidades al bajo y los registros vocales de Thundercat no le gustaran a todo el mundo (¡Ay! esos malditos horarios que pueden jugar malas pasadas) pero el americano defendió con ímpetu y garra su maravilloso disco Drunk.

-Empuñando el micro

Lo corto si es bueno, dos veces bueno. Y si viene con actitud arrolladora mejor que mejor. Todo eso hizo que el concierto de Princess Nokia mereciera la pena. Llegó con retraso, lo que hizo que el set de Bawrut se dividiera en dos (cosa inaudita que el italiano lo soportó de forma estoica y muy profesional) pero Destiny Frasqueri fue a degüello con su pelotazo Tomboy nada más empezar. Luego con otro mandoble como es 'Kitana'. Ya nada importaba y tenía a tres cuartos del Village comiendo de su mano. Daba igual las voces superpuestas de refuerzo, que podía dar la sensación de playblack en ciertos pasajes, sus efectos tribuneros para agitar a las masas con calvos y stage diving, incluso su discurso final en español apelando a la unión de los latinos. Un ciclón que duró menos de 40 minutos, pero menuda intensidad.


Pero si nos tenemos que quedar con un concierto de auténtica vieja escuela ese fue el de De La Soul. Su última aparición en este festival fue en 2005 y los americanos, perros viejos, dominaron la escenografía y al público con las tablas acumuladas a lo largo de los años. Que la gran mayoría fuera a ver a Justice hizo que no hubiera mucha aglomeración y demostraron que el rap de toda la vida, auténtico y original es otro nivel con el que aún no puede competir la tropa trapera patria.


Anderson.Paak & The Free Nationals fue un conciertos que más ganas teníamos de ver. Lástima que fuera la noche del caos en las barras y para pedir dos cervezas nos costará casi 40 minutos de actuación que degustamos desde donde Cristo perdió el mechero. Al menos sus últimos 20 minutos demostraron que su fama está más que justificada. Talento y buen rollo a raudales. Hasta se nos pasó el cabreo en esos momentos.

También hay que hacer mención en el SónarVillage al directo de Bflecha que en nuestra humilde opinión creemos que podría haber lucido más en el SónarDôme. Un jueves a mediodía con el calor que hacía solo unos 40 valientes se atrevían a disfrutar enfrente del escenario del Rnb salpicado de pop futurista de la gallega que presentaba su disco Kwalia. Merece una satisfacción porque lo dio todo.

-Cuando la imaginación nace de lo cotidiano

Si nos tenemos que quedar con cosas sorprendentes Matmos y Jacques son los nombres propios del festival. Los primeros plantaron en el escenario de SónarDôme una lavadora que fue la gran protagonista de su actuación. Antes de comenzar la actuación pidieron en una más que aceptable castellano ropa sucia del público como camisetas o calcetines (esto último fue facilitado rápidamente). La lavadora comenzó a funcionar con dos hombres ataviados como si fueran técnicos de Balay o Whirpool y los sonidos líquidos eran los protagonistas. Capas atmosféricas los acompañaban y según avanzaba la actuación, con las caras absortas de los allí presentes, la cosa se iba animando más y más hasta tal punto que no contentos con generar sintonías del centrifugado convirtieron a la lavadora en un instrumento percusivo para convertir aquello en una auténtica fiesta. Ahora cada vez que lavo la ropa miro a mi lavadora como una especie de sintetizador y caja de ritmos.

El otro gran nombre propio de sacar sonoridades, y montar un pitote magnífico, fue el francés Jacques en su actuación en SónarHall. El mismo, con su peculiar imagen y banderas de países ficticios, avisó que sería todo una improvisación obteniendo sonidos de cualquier cosa que os podáis imaginar desde un ventilador hasta un gato de la suerte de los chinos. Con algún recurso vocal y apoyado en algún teclado en momentos muy concretos este cruce de Jim Carrey y Matthew Herbert (Javi López aka Thompson dixit) dejó estupefactos a los presentes. Lo mejor es volver a revivir su chanante actuación.


-Ni fú, ni fá

¿Quiénes somos nosotros para poner en duda a una pionera como Suzanne Ciani? Pero ni la hora, ni el lugar eran idóneos para su manejo de máquinas y cables con un música bastante relajada y etérea. En el Complex o en el Hall quizá hubiera sido otra historia.

Lo de Carl Craig y los músicos, con Francesco Tristano comandando el escenario con su piano de cola, tocando los grandes clásicos del americano en versión orquesta es algo MÁGICO y digno de ser vivido. En directo lo gozas y hasta te emocionas pero, claro, luego ves el vídeo y lo que hace el señor del sombrero acariciando knobs, tocando el CDJ sin ton ni son, los cuatro faders bajados… y se te cae el alma a los pies. Una sensación extraña porque al ver la actuación a posteriori parece que el único que sobra del escenario es el propio creador de los temas.


Robert Hood y Lyric Hood poniendo musicón. Animalando al personal cosa mala, pero ¿dónde estaban sus cascos para mezclar? No quiero pensar que todo esto tiene un tufo de papá Hood para colocar a su hija… les daremos una segunda oportunidad en Electrosplash.

Jon Hopkins dando una candela antes de Moderat que hizo las delicias de los amantes del Techno más irreductible. No decimos que estuviera mal, ni mucho menos, pero nos pilló demasiado a contra-pie. Si nos hubieran dicho que el que pinchaba era, a saber, Rødhåd, nos lo hubiéramos creído. Crudísimo cuando a lo mejor se necesitaba algo más suave.

Justo lo contrario que ocurrió con Nicolas Jaar. Posiblemente su actuación más deslucida de todas las veces que ha ido a Sónar. Indudablemente elegante, pero para las horas que pinchó le faltó un poco más de pegada que se reservó para el trayecto final del set donde remontó bastante.

-Todo va bien pero...

…va Sasha Ring (Apparat) en medio del concierto de Moderat y dice que hay ciertos problemas de sonido y se van del escenario durante unos minutos. Parte del público hace lo propio. Los alemanes vuelven al escenario, solo dos, y la cosa continúa pero la energía se ha perdido.

… se corta dos veces la música al espectacular directo de Nosaj Thing, mucho más duro de lo habitual, con las envolventes imágenes en 3D de Daito Manabe en el Sónar Hall. Cuesta volver a entrar en su mundo donde el bombo domina la sala de cortinas rojas.

-Toda va como el culo

Lo del plato de Fran Leaners fue de juzgado de guardia. No podemos valorar en condiciones un set de alguien que literalmente se está cagando en todo por unos problemas técnicos que un festival como Sónar no debería permitirse con la experiencia acumulada que tiene. Respeto absoluto por el artista.


-Aquí se viene a bailar

Sí, Sónar es muy vanguardista pero también es un festival disfrutón como pocos. Y el baile es esencial. Entre lo más destacado hay que reivindicar el directo de Rumore desde Discomaths y Pitch Down Records. Absoluto dominio haciendo un equilibrio en la fina línea que separa el House del Techno, plagado de momentos de texturas pantanosas y otras más luminosas y ácidas. El único problema es que no era ni la hora, ni el lugar adecuado para disfrutar al 100% de una música así. Quizá un sitio cubierto o en un horario más nocturno y canalla la gente hubiera valorado mucho más el excelso trabajo del italiano en cabina.

Otro italiano al que hay que alabar su profesionalidad fue Bawrut, el hombre que pincho antes y después del concierto de Princess Nokia. La primera parte del set fue muy tribal y housera, además se le notaba algo nervioso. La segunda fue un despiporre, no podía ser de otro modo tras lo de la americana, que llenó de color el Village.

También en el Village Prins Thomas hizo una sesión que comenzó de forma deliciosa pero parecía que no terminaba de arrancar. Quizá pecó de conservador y no meter una marcha más pero claro para eso ya estaba un hombre del que ya hablaremos más adelante.

Si hablamos de las 6 horas de Masters Ar Work en SónarCar el viernes noche la dinámica fue la esperada con un Kenny Dope perdido en un Tech-House ibicenco infame y Louie Vega solveltando la papeleta cuando se ponía a los platos y rescatando ese House neoyorquino de toque latino tan característico.

Sorpresa mayúscula la de Nick Hook y su sesión de diferentes estilos amoldándose a su papel de telonero de De La Soul. Demostró que no importa el formato con el que se pinche. Supo animar a todo el mundo que nadie decayera. Daba igual si se trataba de estilos urbanos o un tema House facilón.


Y no es por ser pesados pero nos volvemos a remitir a lo de Avalon Emerson y Courtesy. ¡Escandaloso!


-Tenemos que hablar de Denis

Y finalmente, hay que hacer referencia al hombre que elevó los ánimos del personal como nunca antes había visto así en el SónarDôme. Mientras Arca estaba compungiendo al personal con sus canciones de su último disco -con su show y las visuales de Jesse Kanda donde lo mismo veías el parto de una serpiente que un fisting- Hector Barbour conocido como Denis Sulta lió un pitote en la última actuación del jueves en el lugar de las cortinas azules que directamente opositó para que le llamen en 2018 para cerrar algún escenario al aire libre de Sónar Noche. Su set no fue de libreta, ni mucho menos, pero tuvo la suficiente personalidad para ir cuchillo sin pedir permiso a base de hitazos de todas las épocas donde lo mismo rescataba un tema de Tiga y Zyntherius de la década pasada que te soltaba un 'Pulverturm' en tu cara, que buceaba en el hard-house inglés o que ponía su último EP en Numbers publicado el mes pasado. Con una sesión loca en un contexto loco -con vasos de cerveza volando por los aires, gritos, botes, sombreros lanzados a la cabina- el de Glasgow saliendo de la cabina y disfrutando como el que más, configuró su propia rave. Desenfreno absoluto para no pensar demasiado y directamente comportarte como un hooligan de las pistas de baile. ¿Fue la mejor sesión del festival? No ¿Fue donde mejor nos lo pasamos y nos queríamos comer a Dios por los pies? Indudablemente.


El resumen y las valoraciones de este Sónar 2017 es que por mucho que se dude del festival, como experiencia sigue mereciendo la pena y siempre encontrarás actuaciones y artistas que te sorprendan. Sin embargo la misma sensación que dejó el año pasado de que algo gordo se están reservando sigue flotando en el ambiente. La edición de 2018 son los 25 años, el cuarto de siglo, las bodas de plata. Nosotros nos estamos agarrando los machos. Puede ser el gran petardazo. ¡Hasta el año que viene!
 

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