Recuerdos de lo que siempre fuimos

Por Armando Gallego aka Blac



Hace unos días volví a experimentar algo que, con el paso de los años, guardas en el recuerdo como algo especial y único, un suceso que por la novedad de vivirlo se te antoja irrepetible por mucha ansia que le metas a la esperanza de repetirlo. Quizás la prohibición de nuestro hábitat natural –por lo que todo el mundo sabe– fuese el factor necesario para revivir aquellos sentimientos, porque todo el mundo recuerda su primera fiesta clubbing, su primer festival y su primera rave: momentos fascinantes capaces de originar una pasión, de entregarte a una forma de entender un arte. Y sin quererlo enfocas tu vida en torno a un movimiento cultural apasionante, lleno de historias, de cambios, de noticias y de músicas. Todo un puto océano que no deja de sorprenderte y que se cimienta en la música en vivo, algo que, por fin, parece que podremos disfrutar regularmente en la capital. En este finiquitado mes de septiembre hemos visto como las diferentes salas o fiestas iluminaban nuestros hábitats: las pistas de baile. Con mejor o peor acierto, con mayor o menor aceptación pero ahí están los focos iluminando otra vez ese sagrado lugar al que acuden los clubbers con esperanzas de revivir aquellos recuerdos especiales.

Empujado por este sentimiento me encontré con diversos conocidos para iniciar algo tan enriquecedor y tan simple como una previa, un valorado encuentro por el centro de la capital destinado a crear el ambiente adecuado para lo que se avecinaba. Conversaciones de todo tipo, más o menos profundas, desde el ámbito político hasta el deportivo, comentando el regreso del clubbing y de cuánto se echaba de menos encuentros como aquellos; que, sin pretenderlo, iban creando el vínculo adecuado entre risas, bebidas espirituosas y miradas cómplices. Un vínculo provocado por la Rave organizada por la buena gente de Electromagnética, un encuentro al que acudiríamos gustosamente con la ilusión de crear esos recuerdos que tendrán valor con el paso del tiempo.


 
 
Lo que antes era un incordio, como ir a comprar lo necesario para disfrutar y sobrevivir en una rave, ahora es casi un placer poder hacerlo ya que forma parte del rito. Esto es consecuencia de lo vivido, de poder volver a practicar la vida que nos apasiona. Ni la lluvia frena el ansia por llegar a la rave: se abraza bajo la lluvia a más gente conocida, se sienten los primeros Breaks melódicos en sacudir la zona y se percibe como el vínculo va en aumento. Por allí bailoteaba David Elpezs, uno de los organizadores que ya se entrevistó por aquí. Todo un personaje capaz de congregar a casi un centenar de ravers –y eso que faltaron sospechosxs habituales–, que junto a él pasaron por cabina a lo largo de la noche, madrugada y buena mañana: desde Barcelona el siempre querido Rusven, miembro de Draft, bajó la intensidad para inducirnos con sonidos para cerrar los ojos y disfrutar; desde Valencia el virtuoso de Sheetone, nuestro Añón, todo un melómano estudioso que con poco encandila; y ya desde aquí, Madrid, el todoterreno de DJ Gray Fox marcándose una hora de puro Dub-Step para luego ir evolucionando valientemente en intensidad y verticalidad hacia otros estilos más habituales, donde Sergio Yuko apostó por un discurso más Break con melodías ganadoras como las de DJrum. No pude disfrutar de más sesiones, pero queda claro que se bailó y escuchó de todo sin bajar la atracción sonora esperada. Poco más se le puede pedir a un encuentro tan enriquecedor como aquel, con tanta complicidad entre todxs y ese ambiente familiar en cada baile y charla. Otro recuerdo al que aspirar a revivir en el futuro.


 
 
Todavía con el frenesí incipiente en el cuerpo llega el siguiente evento al que acudí: la última jornada del festival L.E.V. en el Matadero, un oasis cultural donde se encuentran los más culturetas y libretas de la ciudad; es allí donde bautizan a los más modernos, en la plaza, frente a la Nave de Terneras. Pues si a esto le sumas un evento de vanguardia como es el L.E.V., tienes una cita ineludible con el ocio culturar moderno. Así que no se faltó, allí me reuní con otros libretas para ver dos directos: Bromo y Varg²™ junto a Croatian Amor. Fuimos al segundo pase de ambos directos que se desarrolló en la Cineteca concretamente, el primer pase fue en la sala Azcona y al que no pudo acudir Croatian Amor. Todos sentados y en silencio para adentrarnos en la experiencia de Bromo, Paloma Peñarrubia junto a Azael Ferrer en el atractivo apartado visual presentaron No Signal: un trabajo del pasado año –editado por Oigovisiones Label– inspirado en lo que hay sobre nuestras cabezas, el Espacio Cósmico y su futuro más o menos cercano, en cómo será explotado, colonizado y militarizado en un más que posible futuro cercano. Un tema que, personalmente, me fascina. Bien pues de principio a fin del directo las visuales ponen en toda perspectiva a la audiencia con textos e imágenes que acompañan sincronizadas cada pasaje, salvando muy bien las transiciones entre los mismos. Y en cuanto al apartado sonoro cabe destacar la complejidad de algunas estructuras, la épica inquietante que han logrado mostrar o el permanente atractivo, que te atrapa, sin excederse en intensidad. El pasaje de la militarización del espacio –Military Space, el más destacado–, fue el que cerró la experiencia con una más que merecida ovación.

Pequeño parón y charla entre culturetas para compartir sensaciones antes de ver a los escandinavos.


 
 
Desde el festival indicaban en su programa que Varg²™ y Croatian tocarían su último álbum conjunto, Body Of Content, pero al ser tan corto cabría esperar algo más, alguna excentricidad por parte del sueco, y también si estaría el danés ya que faltó al primer pase antes mencionado. La cosa empezaba bien porque allí estaban los dos, lanzaron los primeros bizarros visuales y los arrolladores sonidos. Y desde ese momento el resto de la actuación fue algo así como quien pone trackazos random en su casa de chill con amigos mientras uno de ellos te pone vídeos YouTube. Sinceramente, el arte audiovisual brutalista se escapa de mis conocimientos, no es la primera vez que los veo pero si puede ser la vez que más difícil se hizo comprender algo: imágenes de la pesca de langostas superpuestas sobre la grabación del diseño de un busto mediante técnicas digitales, que cambiaban a una bella imagen desde el asiento de un conductor que ve llover para volver a otro plano donde se ve quemarse algo sobre un espejo mientras a un lado se muestra el proceso de creación de algo cerámico. Todo mientras se escucha cortes de Body Of Carbon, Body Of Content o Body Of Lila. Es cierto que se antoja difícil crear una cohesión entre sus diferentes producciones siendo trabajos tan eclécticos y distintos entre sí, por lo que pasar de sonidos Hardcore al Trap pasando por el Ambient-Drone es de valientes. Y en perspectiva no fue un despropósito, fue un impactante muestreo de sus producciones. Porque sus trabajos son realmente atractivos, cortes como Body of Carbon, Honey, For Us o God’s Face in the Fire suenan fenomenal en directo. Pero vender esto como todo un directo pues escapa a lo que se espera, y más con el recuerdo de Alessandro Cortini en la última edición del L.E.V.; aunque la ovación se la llevaron igualmente.

Uno sale comentando la jugada de las langostas mientras se comparten unos verdes y le entran ganas de ir a Cassette Club en su esperado regreso con Aiken en cabina, pero el ansia por seguir experimentando lo casi olvidado puede llegar a colapsar como los visuales de Varg²™.

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