esc lo edita el sello Forbidden Colours
La foto de Galder Izagirre lanzando las baquetas al aire no puede ser más descriptiva de la nueva etapa que se le abre. El que fuera batería de grupos míticos como Berri Txarrak, Kuraia, Dut y Bazka da un paso adelante en su carrera donde él es el protagonista absoluto en esc, el álbum que ha publicado a través del sello Forbidden Colours.
Opta por cantar en euskera revelando su voz en un disco que al principio no estaba ideado para que fuera interpretado vocalmente por él. En su estudio en Irún comenzó a cacharrear en tiempos pandémicos para ir dando forma a un sonido que transita en coordenadas con mucha influencia electrónica. Las guitarras pesan pero los sintes también. En ese equilibrio es donde Galder navega en géneros tan diferentes como el post-rock, el post-punk electrónico, el kraut y la música más alternativa. El elemento que cohesiona el disco es la voz del propio músico.
Este disco es a su vez un reducto en donde lo orgánico y lo electrónico convergen. Baterías acústicas, percusiones electrónicas, samples, pads y demás instrumentos quedan patentes en cada composición de las 10 que integran una obra que también tiene un revestimiento de distintas capas y texturas salpicadas con voces distorsionadas, vocoders, delays, voces dobladas, armonías y hasta corales. Todo ello hace que la música, más allá del estilo de la canción, te envuelva en este caleidoscopio musical en el que rock y electrónica llegan a un interesante pacto.
Si reparamos en el título del álbum es una clara referencia a la tecla esc del nuestros ordenadores. No es baladí y entronca con el espíritu del que hablan las canciones de Galder, que también es un poco el proceso creativo y artístico por el que atraviesa. Escapar y tomar otro rumbo. Esas decisiones para despojarnos de un lastre y que nos permita cambiar es la clave para entender este trabajo.
Desde luego, lo que queda claro es que el batería ha dado un salto mortal con pirueta y doble tirabuzón para constatar que este disco es su reivindicación como artista total. Para ello no ha tenido miedo de empujar sus propios límites para darnos un sonido potente con ecos electrónicos que funcionan muy bien. Un álbum que es un trallazo que apenas supera la media hora pero que golpea y gana con cada nueva escucha por su diversidad.
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