La 31º edición del festival del desierto fue un éxito arrollador con más de 50.000 asistentes de más de 90 nacionalidades
Desde que la familia Arnau decidiera montar una pequeña fiesta en el pajar de su finca situada en la localidad oscense de Fraga hace más de 30 años, no imaginarían que fue el germen de lo que actualmente es una de las experiencias más particulares para disfrutar de la música de baile. Una rave que se transformó en un festival, Groove Parade, y que más tarde se nombró a Monegros Desert Festival reuniendo a decenas de miles de personas durante 31 ediciones. La última se llevó a cabo el pasado sábado 27 de julio y volvió a ser una oda de baile y celebración para las más de 50.000 asistentes de 90 nacionalidades que desafiaron al calor extremo y a un clima árido, que al final es parte del encanto de algo así. Porque el monegrino es fiel; y quien va, suele repetir.
No podemos pasar por alto que en las primeras horas en el parking falleció un hombre de edad adulta supuestamente por un paro cardiaco. Algo bastante duro para un festival pero que es una causa ajena de la organización. Lo que sí que se ha leído por redes sociales, y aquí sí que queda en el debe de la misma, fueron los problemas a la hora de salir del recinto a las 4:00 AM. Parece que hubo un ligero deja vu de la criticada edición de 2022 y que se subsanó el año pasado. Nosotros no salimos del recinto. Todo es mejorable y en 2025 seguro que se habrá tomado buena nota.
Metiéndonos en el fregado que supone crear una ciudad efímera dedicada a la música electrónica en los 120.000 cuadrados que tiene el recinto, hay que destacar un nivel de producción espectacular para albergar un total de 11 escenarios en los que se daba cabida a todos los estilos de música electrónica. Realmente complicado no encontrar tu lugar en el que disfrutar. Motivos por los que Monegros Desert Festival continúa creciendo y consolidándose como un referente en el panorama de la música electrónica, atrayendo a un público diverso y apasionado.
Este año destacó el escenario Awakenings x el Gashouder, la marca techno más grande del mundo con una historia de más de 30 años, un debut que se convirtió ha sido uno de los espacios más esperados y concurridos del festival, donde incluso un descerebrado casi amarga la noche demostrando sus dotes para la escalada. Aquí el techno retumbó por los cuatro costados con actuaciones descables como las de Adiel, Alignment y Patrick Mason. Un lugar que cautivó al ser una experiencia 360 que transportaba al cielo con su atmósfera.
El Open Air acogió a la marca Blackworks para todos los fanáticos del 'hard-techno' de nuevo cuño. Allí Shlomo, Reinier Zonneveld, Sara Landry y Skryption entre otros dieron buena cuenta de lo que la chavalada demanda saciando las ganas de quemar zapatilla. Para los que somos más puretas aún quedan espacios como El Corral donde hay que destacar el sonido disco de Kirollus como gran descubrimiento de esta edición.
El escenario Techno Catedral volvió a tener mucho protagonismo. Primero con un Andrés Campo tirando de vinilos para abrir este espacio. Luego un Regal contundente que después dejó ver su lado más housero en el escenario del avión. También hay que destacar a un Marron expeditivo poniendo un techno vanguardista. A eso se suman veteranos que no fallan como Ben Klock o la dupla Assailants formada por Ben Sims y Truncate. La reina de psy-trance Indira Paganotto volvió a demostrar porqué es una de nuestras artistas más en alza. La mañana fue cosa del fuego de Héctor Oaks y una Fatima Hajji que no dio tregua.
Monegros también tuvo su parte de hard-dance con actuaciones como las de Funk Assault en Industry City o la salvajada de directo de Brutalismus 3000 en el escenario principal. Un lugar donde Natos y Waor congregaron a los amantes del hip-hop y el espacio del cierre definitivo a manos de un Joseph Capriati que no se complicó tirando de 'Jaguar' de Rolando y el 'Right In The Night' de Jam & Spoon.
Hay que destacar que este año también se apostó por el psy trance puro y duro en La Pinada, la zona de sombra natural que acoge el sonido del colectivo Own Spirit un lugar que sí que te transportaba a una rave en el sentido más natural, consiguiendo abstraerte de que estabas en un festival.
En definitiva, Monegros Desert Festival 2024 volvió a ser el ejemplo vivo de que del polvo venimos y que entre polvo nos gusta bailar. Esperamos ver con qué nos sorprenderán en 2025.
Un vídeo vale más que mil palabras:
Comentarios