Volvía Goa Electronic Parties a su sede habitual en Fabrik tras su parón estival. Un comienzo de temporada donde la organización apostaba por una de sus fiestas fetiche como es Madriz Me Puede, tras el experimento con gaseosa de hace un año, y con la temática de los museos (haciendo hincapié en cuadros que podemos encontrar en El Prado, el Reina Sofía y el Thyssen) como animación. La buena noticia, además de la décima edición de la mencionada fiesta, era que se volvía a abrir la terraza a priori con la Upper Floor como bastión para aglutinar a ese público con muchas batallas a sus espaldas. Pues la primera en la frente. El sábado se anunció que, obviamente, la sala no iba a permitir su apertura. Muchos asistentes no lo supieron hasta verse allí y solo poder acceder a la zona Hotel (conocido popularmente como El Puti) formándose una lucha encarnizada por cada metro cuadrado de sombra en el único espacio al aire libre de la vasta superficie del espacio multiusos madrileño. Demasiado handicap para una fiesta con tanta solera.
Aún así, se presumía que al menos habría lleno (no llenazo, gracias a Dios) y El Puti (aka zona Hotel) ya presentaba muy buena pinta teniendo en cuenta que era el único área abierta a primera hora. Ahí estaba Baughman soltando música de ritmo tribalero y bailongo. Con un retraso de media hora se abrió la pista principal con David Mariscal y comenzó la gran evasión. Por un lado, los que huían del agobio de encontrarse en el único sitio abierto, y por otro que ya se podía sacar el ticket de salida o cuño para que cada grupo de amigos que había entrado antes de las tres de la tarde para tener sus dos copas pudiera salir para hacer botellón, comer u otros menesteres. Resultado: Pional pinchando para una veintena de personas. Y es que este músico no llega a conectar con el público goero cuando se presenta en formato Dj Set. Haciendo Live la cosa cambia.
Simón García, que aunque parezca mentira debutaba en Goa, fue el encargado de dar el relevo a Mariscal en la Main Room. Si ahora mismo estuviéramos en guerra, el de Alcalá de Henares sería de los generales que no hace prisioneros. Su sonido house estaba como Chuck Norris: Desaparecido en Combate. Apostó descaradamente por un techno contundente con alguna reminiscencia Hotflushiana para poner el gallinero patas arriba mientras iba cogiendo color la pista principal. Todo tan bruto como el personaje de John Matrix mezclado con la sutileza de La Delgada Línea Roja. O como yo lo llamo, el saber hacer del perro viejo.
Tras él se pusieron a los mando unos expeditivos Borderline haciendo su labor de residentes. Musicalmente bajaron el pistón dejado por García y combinaron momentos de transición de tech-house algo plano con temas melódicos absolutamente arrebatadores. Un set de picos y bajadas. Volvimos al Hotel para ver qué aspecto presentaba sabiendo que la principal ya estaba a pleno rendimiento. Allí estaba el Sr.Lobo con sus vinilos y su profunda música house de altos quilates pinchando desde un podium para no más de 30 personas. Cumplió su papeleta con la mayor dignidad posible, pero él es un dj de a pie de pista y eso se nota. En un espacio tan grande y a la vez tan desangelado el trabajo desluce, aunque esas 30 personas eran conscientes de la calidad que estaban escuchando.
Con semejante panorama pintaba en bastos cualquier propuesta que se hiciera en la sala de los falos y las barras de streaptease. ¿Cualquier propuesta? ¡No! porque para eso están Álvaro y Delmar al rescate. Los Suruba consiguieron poblar de clubbers una zona que competía seriamente en densidad de población con el desierto de Atacama. A esta pareja da igual dónde les coloque la organización. Posiblemente Goa sea la fiesta en la que más a gusto se sientan porque siempre tienen un feedback con su público digno de admirar, y si pones temas de Claude Vonstroke blanco y en botella. Ya solo les queda que les pongan a pinchar en los baños (con el agua cortada, por cierto) y en el ropero. Lo llenarían igualmente a base de su tech-house de tintes cada vez más oscuros que hace las delicias de su legión de seguidores.
Pero si hay que elegir LA ACTUACIÓN de esta décima edición de Madriz Me Puede, el premio gordo se lo llevan los hermanos Garayalde aka Kyodai. Hicieron suya la main room desde el primer disco hasta el último. Set escandaloso donde combinaron a la perfección momentos energéticos y zapatilleros con delicadas pinceladas vocales y house sugerente pero potente. El funk y el disco estaba en el horizonte y no perdieron el Norte. Guerreros y aristócratas al mismo tiempo. De diez.
Por la nueva Satelite (aka La Pulpería) solo pasé puntualmente para ver primero a un César Martínez tirando de minimal-techno jugón y luego un Tadeo más abigarrado y oscuro. Tampoco puedo entrar a valorar a ambos porque fueron dos momentos aislados de la noche ya que el campamento base estaba en la Main Room. Allí cerraba un Alex Under alejado del sonido que le hizo famoso en el mundo entero y apostando por techno contundente del de toda la vida con elementos ácidos que el público recibía como agua de Mayo.
Y hasta aquí una crónica que deja a las claras que el tema de la terraza ha hecho mucho daño a esta fiesta y que sin ella Goa no volverá a ser la misma que la mayoría hemos conocido. Será otra cosa. Pero si algo bueno ha tenido Goa es que en 18 años siempre ha sabido como reinventarse (de un guariche en el centro de Madrid a Universal Island). Esperemos que su siguiente paso sea a mejor y que su recuerdo no se convierta en una pieza de museo.
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Fotos y Vídeos: Electrónica & Roll
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