Avalon Emerson se erigió como protagonista y gran triunfadora de la quinta cita de estas fiestas dominicales
Si vamos por el camino más rápido y directo, la edición con más orgullo de Brunch In The Park -y que para muchos significó el fin de fiesta del World Pride que inundó Madrid de gente con mucho ánimo festivo-reivindictativo-, se puede resumir en dos palabras: Avalon Emerson. La americana fue la ama absoluta de la quinta cita de la segunda temporada de estas fiestas dominicales porque sencillamente fue la que mejor supo conectar con el público sin perder un resquicio de su personalidad en cabina.
En honor a la verdad, esa es nuestra impresión de lo que vimos porque no llegamos a tiempo al dj set del JackWasFaster, ni al directo del canadiense Fairmont; por lo tanto no podemos emitir ningún juicio respecto a su trabajo. Precisamente -y aunque parezca paradójico en una fiesta contra la homofobia con la bandera del arco iris presidiendo la cabina y la pista de baile- si hay algo que hizo daño a esta edición en cuanto a afluencia de público, fue la propia celebración del World Pride Madrid 2017. La jarana del sábado siempre pasa factura con resacas como submarinos nucleares y cansancio acumulado de un fin de semana agotador hace comprensible a una cita así solo acudan los que están bien frescos o los que han tenido la suficiente fuerza de voluntad para ir con pocas, o ninguna hora de sueño. La prueba más palpable que no se esperaba ninguna masificación, aunque en todo momento hubo un gran y colorido ambiente, fue que una de las dos barras estaba cerrada.
El caso es que al llegar ya estaba Avalon Emerson a los CDJ con una pista a medio gas pero que la americana supo llevar a su terreno desde el primer momento. La mayor virtud de la de Arizona es que tiene una capacidad de adaptación tremenda. Es una auténtica camaleona a la hora de enfocar sus sets. No tiene la actitud de "aquí estoy yo, esta es mi música y te la tienes que comer te guste o no te guste". En menos de un año la hemos podido ver en directo en tres actuaciones diferentes y todas han sido distintas en función de lo que tenía delante. Esa es su forma de ganarse al respetable, desde la humildad, con paciencia y empatía. Valorando las circunstancias, que no siempre son las mismas, y sobre todo sabiendo elegir cuando es el momento ideal para remarcar su figura y su sonido en forma de pinchar sus propios tracks y edits.
El ejemplo más claro fue su cierre. Todo el mundo esperaba su ya clásico 'The Frontier', que sonó como synthapella a modo de outro, pero no era el momento por las horas tan diurnas para un track tan aniquilador. Por eso escogió la cara B del vinilo: '2000 Species of Cacti', mucho más idóneo. Antes ofreció su lado más housero y amable; y no el más guerrillero como pudo ser lo que hizo en Sónar junto a Courtesy. Fue versátil y variada pero siempre de un modo progresivo. A veces más añeja con sonidos que eran puro old-school, otras veces más actuales con pelotazos que tienen pinta de arrasar este verano- sí, miro a Karizma y Marcel Vogel-, también con cambios de tercio más melódicos o incluso con samba brasileña con un animoso edit del 'Ey Macalena' que encajaba a la perfección con el ambiente festivo que se vivía según iba entrando más gente. Hubo tiempo hasta para su edit del 'I Miss You' de Björk en la recta final.
Ante todo imprevisible, con una técnica exquisita (impoluta en la mezcla, la ecualización, sin abusar de efectos y hasta se atrevió a "fadear" en algún momento cuadrando el truco) y una actitud en cabina que era pura concentración y mucho agradecimiento cada vez que miraba la pista y veía a la gente disfrutar. En su segunda visita a Madrid (aquí puedes leer la primera), no lo volvió a tener fácil -en esta ocasión por el horario tempranero- y otra vez salió triunfadora. Seguramente, si tuviera que haber cerrado la fiesta su sesión hubiera sido completamente diferente; y es muy probable que acabara con el mismo resultado: nuevos fieles convertidos al avalonismo.
El relevo llegó con Factory Floor, la formación británica compuesta actualmente por Gabriel Gurnsey y Nik Colk ofreció un directo con gran despliegue, incluyendo sintes modulares, donde predominó, como era de esperar, sonoridades ácidas. El problema estuvo que su efecto fue como la gaseosa y al empezar tan fuertes, y sin recurrir a pasajes algo más industriales -¿alguno más echó de menos la guitarra de Colk?- que dieran algo de respiro, acabó por convertirse en un directo pelín anodino por una linealidad demasiado marcada. El ácido es muy puñetero y hay que saber administrarlo en su justa medida para animar al personal. Pero si tienes tan claro que no vas a salirte de ese camino, directamente lo mejor es ir a lo bruto con actitud punk como si todo te importara un carajo, a lo Paranoid London. Comerte una hora con el mismo goteo sin apenas variaciones empacha demasiado y la euforia inicial menguaba según pasaba el tiempo. El remate final vino con un petardazo donde daba la sensación que algún problema técnico había hecho acto de presencia.
Esto último no es baladí, porque con el set de Erol Alkan se daba la circunstancia de que sonaba con más fuerza en los laterales del escenario que en primera fila. El jefe de Phantasy Sound lo tenía bien sencillo para levantar al personal tras el apagón pero su set pecó de verbenero en exceso y por momentos insustancial. Le faltaba un punto de coherencia y gancho donde se bailaba más por inercia que por diversión. Todo demasiado ramplón y sin suficiente empaque. Y prueba de ello fue un cierre con 'Blue Monday' con un loop interminable al comienzo que, efectivamente, fue recibido con algarabía por la pista que para eso es un clásico. Pero puestos a tirar por algo evidente quizá hubiera sido más acertado un 'I Feel Love' de Donna Summer que cumplía 40 años de su publicación al día siguiente y tenía mucha más relación con la temática de la fiesta.
Comentarios