La fiesta de Edu Imbernon aterrizó en la edición madrileña de Brunch In The Park
El pasado 30 de septiembre de este año fue la segunda cita de la tercera temporada de la edición madrileña de Brunch In The Park. La fiesta se presentaba con una alianza con Fayer, el sello y los eventos mensuales de Edu Imbernon que lleva desarrollando en su Valencia natal desde hace unos siendo cada vez es más habitual ver como sale de tierras chés para ofrecer saraos en ciudades como Barcelona o Moscú. En esta ocasión la marca del gallo en llamas aterrizaba en la capital con su mandamás a la cabeza, con uno de sus fieles escuderos como es Mike Gannu -que realizó un b2b con la canaria Indira Paganotto- y con dos invitados internacionales como son el francés Agoria y el canadiense Tiga.
¿Qué diferencias hubo respecto al paso de Dixon siete días atrás? Básicamente todo fue muy parecido en cuanto a ambiente con ligeras excepciones. Aunque finalmente de nuevo estuvo lleno, sí que dio la impresión de que hubo un poco menos de asitencia que en el estreno y la gente fue accediendo de forma mucho más progresiva. También se vieron a más familias a horas tempranas y por lo general pedir una cerveza a las horas calientes no fue tan infierno como en el primer día, gracias a la habilitación de una tercera barra. El resto se asemejó bastante a lo que ocurrió una semana antes, así que no nos detendremos en este punto.
Lo que sí que da para escribir es lo que dio de sí el terreno artístico. Fue una fiesta en la que uno podría reflexionar sobre cuál es el principal cometido de un DJ y sus formas de conseguirlo. Si tenemos meridianamente claro que quien comanda una cabina tiene la misión de hacer bailar al público que tiene delante, adaptándose -o no- a ciertas circunstancias como puede ser el horario; lo vivido en este Brunch fayero fue que siempre hay diferentes formas de hacerlo con más o menos clase. Eso ya depende del punto de vista de cada uno.
La primera es ser fiel a ti mismo y a tu personalidad sabiendo que prácticamente eres el encargado de calentar una pista parcialmente llena mientras las gradas se van poblando. Hablo de Edu Imbernon -no madrugamos lo suficente para ver a Gannu y Paganotto- que supo dar con la tecla de un techno melódico, progresivo, serio, movido, divertido y a veces incluso épico pero nunca agresivo para arrancar unos bailes tanto del trasnochado de turno, del/la aspirante a influencer que acaba de entrar, al tipo de la libreta que no pasa una o a los más pequeños de la familia. Todos a pleno sol disfrutando de delicatessens como el edit de los alemanes Avidus al 'Machinegun' de Portishead o la remezcla de Fideles al 'Hidden Place' de Björk que sonaron en la última media hora del set del valenciano. Sabía que no era el protagonista principal y casi se convierte en un secundario robaplanos. Un calentamiento idóneo que se lo puso en bandeja al primer artista internacional.
En esas llegó el bueno de Sebastian Devaud, conocido como Agoria, para dar la vuelta a todo. En lugar de continuar con ese rollo melódico (tan de Agoria en su momento) decidió hacer bailar a un público optando por el atajo más corto: el camino del bombo y el tech-house de club ibicenco sazonado con algún clásico requemado y alguna incomprensible excentricidad. El resultado no se le puede achacar que fuera malo puesto que su objetivo se cumplió a la perfección: muchas manos arriba y mucha actitud canalla y fiestera. Tanto en una pista en plena ebullición como en un gradas bastante pobladas, poco importó que volviera a nosotros el mítico 'Gazebo' de Fairmont en forma de inminente remezcla de Patrice Baumel -que más bien parecía un edit de la conocida versión de Sebastian Leger- o que se marcara un tema bastante comercial con ecos del mismísimo Chimo Bayo, y que mezcló rematadamente mal con una notoria cabalgada al sacarlo. De hecho fueron dos puntos álgidos de su set por la reacción de un público que a esas horas tan solo necesitaba jolgorio directo, sin complicaciones y sin preguntas. En cabina Agoria daba una imagen de mucha actividad y energía y eso se transmitía en la pista. Así que se puede decir que TODO OK. Sin embargo, los que hemos disfrutado de Agoria años atrás se nos quedó en un set bastante genérico, insulso, ramplón y posturetas. Algo que siempre le restará puntos a un artista que ha producido tracks como 'La Onzième Marche', 'Les Violons Ivres', 'Spechless' o 'Scala'.
Otra vía para llevarte al público de calle es lo que hizo Tiga, al que casi se le puede considerar un residente de Brunch In The Park en Madrid porque ha estado presente en todas sus ediciones, y es la de recurrir a la nostalgia y hitazos. El canadiense es consciente de lo que es su figura, y estoy convencido que en el fondo él mismo sabe que sus tracks que pasarán a la posteridad ya los ha producido, y no se esconde a la hora de lanzarlos cuando el cuerpo se lo pide. Con la noche cayendo sobre el parque el mandamás de Turbo Recordings no dudó en ofrecer un set de sonidos actuales bastante potentes y siempre muy guarreras al estilo Tiga para comenzar su sesión y del mismo modo tampoco quiso renegar de lo que le ha llevado a ser tan querido por la masa. Si tiene que pinchar su icónico 'Pleasure From The Bass' por enésima vez, lo hace sin cortarse porque sabe que el público lo va a agradecer. Si quiere aún más delirio del bueno pues tampoco le tiembla el pulso en lanzar su remezcla del 'Washing Up' de Tomas Andersson. Y con el delorean en marcha, totalmente inmersos en mediados de los 00's, más despiporre con la remezcla de The Hacker & Vitalic al 'Shari Vari' de A Number Of Names. Delicadezas las justas.
Porque sí amigos, al final todo se trata de un despiporre y en ese aspecto desde los artistas al público hicieron un Brunch muy on Fayer, aunque alguno acabara por quemarse. No se podía esperar otra cosa.
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