Así fue la primera vez que el Teatro Real se convirtió en un templo de la electrónica
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Foto: Wilma Lorenzo
Una vez en unos carnavales con unos tiernos 18 o 19 años, por casualidades de la vida, acabé con una amiga en un hogar del jubilado viendo como todos esos abuelos se las gozaban entre pasodobles, coplas y canciones tradicionales que seguramente les retrotraían a su juventud y a recuerdos felices. En aquella ocasión comenzamos a fantasear y a elucubrar sobre qué escucharíamos nosotros cuando llegásemos a la tercera edad en un sitio como ese; si llegamos y el mundo no se ha ido a la mierda, claro. Diéciseis años después, el futuro parece habernos alcanzado con una propuesta como la de MAESTRO. No tanto por el fondo (no deja de ser un ejercicio nostálgico del tipo remember) sino por la forma y el lugar.
El lunes 14 de octubre por primera vez en los 200 años de historia del Teatro Real de Madrid, una orquesta sinfónica (la gerundense GIO) con más de 60 músicos sobre el escenario dirigidos por Marc Timón reinterpretó clásicos de la música electrónica conocidos por todos. Un recorrido histórico de un género a través de todos esos temazos de la vida de estilos tan diversos como el EDM, el trance, el house, el techno, el dance y hasta hubo un hueco para el hardcore, makina y derivados del new beat. Ya solo la apuesta de acercar la música popular más contemporánea con un moderno envoltorio clásico en una institución cultural tan rígida y clásica es algo encomiable.
El evento bajo la dirección artística de Xavier Escolano y auspiciada por Flaix Studio no está pensado para que los connoisseur electrónicos de libreta lo escuadriñen. Esto no es un Carl Craig con Les Siècles, un Jeff Mills con la filarmónica de Montpelier o un Paul Van Dyk con la orquesta de la Hessischer Rundfunk. Aquí más bien estamos ante un repaso de electrónica de brocha gorda de 35 temas que has tenido un 95% de probabilidades de haberlos escuchado más de una vez y en diferentes ocasiones. Por lo tanto hay que tener meridianemente claro que se enfoca al público más amplio posible que vaya a disfrutar sin complejos, motivo por el cuál los hits más mainstream eran los más celebrados y otros igual de populares pero quizá no tan arraigados en el imaginario colectivo, no insuflaban el mismo efecto. Sí, lo digo por 'Finally' de Kings Of Tomorrow que defendió muy bien la vocalista Tina Masawi.
El punto fuerte de MAESTRO es su determinación para atraparte desde el primer segundo atacando directamente a la nostágia pura y dura sin renunciar, ni por asomo, a la diversión. No pretende deslumbrarte, a pesar de sus trucos visuales con proyecciones 3D, lo que quiere es empujarte a levantarte del asiento constantemente y que vibres. Y eso, a buena fe lo consigue como si la butca te quemara el trasero, a veces de forma natural y espontánea, a veces espoleando a los asistentes con la presencia de vocalistas como la ya mencionada Masawi, Chipper Stanley Cooke, Marian Dacal, Alex Dee y Judith Tobella, a la que hay que añadir a una reina del dance como es la belga Kate Ryan (que no sé si arrasó más cuando cantó su famoso 'Desenchantée' o cuando versionó el 'Toca's Miracle' de Fragma). El resultado, por momentos, era como el de un festival o un club con las manos arriba, bailes en el patio de butacas y en los palcos, gritos de asombro cuando se reconocía un tema y ovaciones cerradas cuando acababa.
MAESTRO juega en la liga de la emoción del público tocando la fibra más sensible no solo con la energética banda sonora de aquellas maravillosas juergas juveniles sino con momentos más íntimos como el sentido homenaje a AVICCI con Marc Timón bajando al piano para reinterpretar ‘Wake Me Up’ al que el resto del público acompañó con la luz del flash de su móvil al aire.
Si tuviera que quedarme con otros highlights eso serían con los pasajes más house primero con un triple salto con tirabuzón al interpretar los pelotazos de Faithless, Stardust y Armand Van Helden y después con la presencia del dúo madrileño Deux como invitados recordando aquella etapa progressive-house capitalina donde Space reinaba. El momento Detroit con 'Strings of Life' con el entusiasmo del saxofonista Llibert Fortuny. Lo maravillosa que suena 'Porcelain' de Moby en una propuesta como ésta, siendo de los pocos momentos de descanso que da el espectáculo. La sorpresa de escuchar 'Sandstorm' en un espacio así cuando en su momento lo bailé en cuchitriles de desenfreno bakala adolescente. La interpretación operística de 'Knights of the Jaguar' con la soprano Marta Estal. La locura colectiva, maestro de ceremonias incluido, con 'Children' de Robert Miles para a continuación dar paso a un bloque más trancero uplifting. O lo que sigue uniendo 'Flying Free' con la propia Marian Dacal al micrófono y con los propios Marc Escudero y Xavi Metralla en la cabina situada en la parte central al fondo del escenario.
Por cierto, ambos iban ataviados con una camiseta que ponía el título de su track más popular, uno con el fondo negro y letras amarillas y otro al revés. Solo durante esta canción que abrió el bloque hardocore, Metralla, actuó sin chaqueta dejando el color amarillo de su camiseta bien visible, en lo que un servidor interpreta, como un sútil guiño a la actualidad del día en el que se publicó la sentencia del procés catalán.
El colofón final tras dos horas de energía y gratas sensaciones vino con las luces encencidas y con los cuatro vocalistas principales cantando sobre el escenario 'Got a Feeling' de los Black Eyed Peas con todo el público de pie contento, feliz y entregadísimo a la experiencia vivida. Un show donde en el Teatro Real por primera vez bailaron más los asistentes que los intérpretes. La electrónica brilló en un escenario colosal.
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Foto: Wilma Lorenzo
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