Hotel KoKo es el tercer álbum de estudio del sueco que sorprende por su acercamiento a sonidos de índole británica
Kornél Kovács es de esos artistas que ofrecen una música muy bien producida pero con un punto en el que tampoco llega a tomarse muy en serio a sí mismo. En otras palabras, la solemnidad o cierto ánimo de trascender son actitudes antónimas con la personalidad que refleja el sueco y que sin embargo es lo que le hace tener una personalidad tan marcada y arrebatadora. Sabes que con él es muy difícil no disfrutar. Ahí reside su magia que ha sido expuesta en inumerables ocasiones y es lo que además le permite atreverse a mezclar estilos dispares sin valorar riesgos. Y aquí es donde su tercer álbum, Hotel KoKo publicado a finales de octubre a través de Studio Barnhus, gana muchos enteros y le hacen destacar dentro de la discografía de Kovács marcando diferencias con sus anteriores trabajos en largo.
Al de Estocolmo se le puede considerar como un artista prominentemente housero en el amplísimo espectro de la palabra porque dentro de su paleta sonora podemos encontrar muchas influencias que pueden ir desde populares edits discoides hasta coqueteos más pop pasando por ritmos rotos y hasta alguna pieza ambienta. Con Hotel KoKo rompe la baraja y duplica esos esfuerzos en adentrarse en diferentes territorios sonoros, principalmente con muchísima influencia de los sonidos emanados de la escena de UK.
Si en The Bells, su primer y destacado trabajo en largo, y en Stockholm Marathon, un segundo y algo menos notable álbum, encontrábamos a un Kovács más introspectivo y al mismo tiempo reconocible. En su tercer trabajo ha optado por divertirse sin límites, incluso con cierta pátina infantil, y por tanto pura, que podemos observar en como adereza sus resplandecientes melodías, unos ritmos más acelerados de lo habitual y una disposición a la mezcla que difumina fronteras estilísticas aunando de manera sumamente intuitiva lo pop con la música de baile, a veces más sugerente y otras veces más frenética, pero siempre con un talento fuera de toda duda.
Conceptualmente Hotel KoKo se concibe como si cada producción fuera una habitación diferente, con sus propias normas, de un lugar imaginario. En ese sentido la coherencia del disco va más por fondo que por forma debido a la diversidad sonora de la que hace gala el sueco. Hay ciertos puntos de unión como unas duraciones bastante cortas de los solo el último de las nueve producciones que lo componen supera los cinco minutos. Esto hace que sea un disco muy ameno y de escucha rápida a la par que agradable. Se ajusta a esa máxima que dice que: lo bueno si es breve, dos veces bueno. Y sí, en este tercer disco la calidad reluce a borbotones.
En este contexto la primera habitación que nos encontramos es 'Molly'. Es la invitación para entrar al nuevo mundo de Kovács con un sampleo de un MC que nos activa y pone en órbita. Lo que viene a continuación es una suerte de sonido letfield house con ecos UKG soterrados bajo una fina percusión, una melodía que dulce como algodón de azúcar y unas vocales celestiales. Hay cierta miscelánea por el toque aphextwiniano de comienzos de los 90, a lo Selected Ambient Works. Si su intención es introducirnos en un lugar cómodo y plácido, lo consigue con un tema que es auto-conclusivo con un final que es desaceleración pura y dura.
No se tarda demasiado en localizar uno de los tracks más destacables del álbum. 'Castles' es el segundo corte y la primera colaboración del disco. Aquí se recurre a Kamohelo, la voz de la formación Off The Meds que son sospechosos habituales de Studio Barnhus como gancho que se amolda a la perfección a una juguetona instrumental en el que se siente al Kovács más 'tradicional' con un tema lleno de frescura en un house contemporáneo y heterodoxo tremendamente atractivo. Acto seguido llega 'Szakad' que es todo un experimento rítmico donde parece que el proyecto del programa de edición de música se buggea solo induciendo al caos. La celebración de la belleza del error dando sentido a lo que quizá nadie se atrevería a publicar.
La sofisticación y la opulencia llega con 'Szörp', que podría ser la suit que se encuentra en el ático del hotel que nos propone el sueco. Un saxofón recorre todo el track de manera luminosa a lo que se le añade vocales que son pura sugerencia. La influencia británica que subyace hasta el momento se hace más que evidente en el ejercicio UKG que realiza en 'Usch' con breaks y motivos vocales cortados que se adaptan al ritmo de forma natural como antesala al gran hit que nos deja el álbum.
Obviamente estamos hablando de 'Get Goofy', la colaboración que tiene con Mishcatt donde fusiona garage y breakbeat de manera sublime. Desde luego que esta es la habitación en la nos podemos correr una buena juerga para que salgan fuego de nuestros pies y cánticos a pleno pulmón. Un tema que ya conocíamos y que no nos cansamos de volver a escuchar.
Las revoluciones se bajan con 'Vår Dub' en forma del house ensoñador escandinavo que tan bien ha cultivado durante la última década el sello que Kovács comanda junto a Axel Boman y Petter. Una habitación de descanso que nos da fuerzas para un arreón final igualmente diverso. Primero con el otro gran hit de esta obra como es 'Follow You'.
Fue el primer single y el que nos dio la pauta de la propuesta del LP. Contar con la voz de Aluna de AlunaGeorge es toda una garantía para que ese house onírico y suave representado en una esponjosa melodía de piano se articule sobre unos patrones rítmicos rotos y, como un alquimista, consiga establecer la fórmula perfecta para unir lo pop y lo electrónico de manera indisoluble.
Para finalizar Hotel KoKo recurre a lo que mejor conoce: el house. 'Piano House' podría ser perfectamente un descarte de algún EP pero que aquí le dota de clasicismo al cierre de un disco que se convierte en un confortable hotel sonoro.
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