2023 se cierra y ha sido un año de una cosecha excepcional en nuestro país. Ha sido difícil realizar una lista en la que hemos tenido que descartar mucho por tema de espacio y notaréis grandes ausencias que también queremos nombrar desde estás líneas.
En materia techno y derivados remarcamos trabajos como los de Fonome, el regreso de Cristian Varela o discos desde la factoría Warm Up con LP’s como el de Ruman y el de Irazu. Mestizaje flamenco de Sequential Ayeo en Mar Tierra Aire y las propias Mëstiza con Querëles, el IDM atmosférico de RRUCCULLA en Zeru Freq., las melodías radiantes sobre ritmos complejos de Pépe en Reclaim, la complejidad cinemática de NIN3S en Abstract View, el pop recubierto de electrónica de Rüdiger y el sonido mediterráneo mas house de Guri & Eider o más balearic de Be Lanuit también se han quedado fuera. Tampoco hemos tenido hueco para proyectos tan interesantes como el de Zatibi, El Día Eléctrico, Amorante y Sunesis que no son para dejarlos pasar por alto.
Todo ello denota el derroche de creatividad que hemos escuchado a lo largo del año que se acaba y que daría para hacer otro TOP 10. Pero el nuestro es este.
10- Pau Corea- Pau Corea [Autoeditado]
Pau Corea es un genio. Te gustará más o te gustará menos pero su manera de concebir la música es tan personal, hipnótica y misteriosa que atrapa. Su forma de retorcer caminos transitados a priori tan manidos y predecibles le hacen destacar con un álbum debut donde su alma pop queda arropada por un manto electrónico que bebe de diferentes fuentes. Si se te cae la baba con James Blake, Jamie xx o Sascha Ring deberías darle una oportunidad.
09- The Last Concorde- Flashback [Outland Records]
El tercer álbum del proyecto de los hermanos Godás es un ejercicio de sonidos synthwave y retrowave que insuflan color y calor. Bandas sonoras de videojuegos y películas con ecos ochenteros le dan mucha personalidad a través de 11 cortes en los que también hay reminiscencias de la música italo y el nu-disco. Un trabajo realmente disfrutón que te pone una sonrisa en la cara. Flashback es una mirada al pasado con los ojos del presente.08- Jailed Jaime- Gimme Something To Break [Antic Mass]
Y de los 80 saltamos a los 90 más rabiosos de la mano del asturiano Jailed Jaime. Un disco en el que el big beat y el break beat británico tiene un protagonismo imperante. Un álbum en el que canaliza toda la crispación de los días en los que vivimos a través de una música energética y casi anárquica a través de los estilos que atraviesa. Dar al play y escuchar este disco es una buena manera para descomprimir toda la negatividad que arrastras.La música de Ana Quiroga siempre se ha adjuntado a una corriente vanguardista y experimental y con Azabache no iba a ser menos, pero lo presenta con un matiz identitario que lo hace único. Quizá vivir durante seis años en Londres le hace tener morriña de su tierra, sus tradiciones y folklore que funde a través de elementos ambientales, techno, drone e industriales. Paisajes sonoros electrónicos en los que también subyace la importancia de la herencia femenina en nuestra cultura. Una obra con un pulso cinemático mágico.
El segundo trabajo en largo de Héctor Oaks es una apuesta arriesgada en la que se adapta a los tiempos que corren como por ejemplo una duración bastante corta de lo que uno podría esperar de producciones dirigidas a la pista de baile, lo que entre puristas le juega a la contra. En Fuego Universal el madrileño no renuncia a la electrónica que le ha encumbrado en la posición internacional que ocupa pero, en lugar de centrarse exclusivamente en un techno ravero, abre su repertorio sonoro de manera sorprendente desde algo más cercano al rap y la música urbana a parajes más hedonistas y dance, pudiendo lindar con el petardeo pop más moderno. Ayudado por las muchas y variadas colaboraciones como las de Patrick Mason, Sacel, Ergo Pro & Ill Pekeño, Schacke, Persa o Sita Abellán, el LP funciona como una especie de diario de noches de farra. El atrevimiento hilvanar algo así de diferente le hace destacar para llegar a otro tipo de público abriendo el nicho. Un fuego que no se apaga.
Una de esas revelaciones de final de año que nadie esperaba. Ke Lepo es el alter-ego de Alejo Orbegozo, teclista de la banda Grises, que ha desarrollado un proyecto en el que dar rienda suelta a su electrónica imaginativa y analógica. Izpi es un álbum debut fascinante que navega en diferentes aguas. Su sonido es una coctelera de referencias: James Holden, Floating Points, Caterina Barbieri, Four Tet y algún trazo muy Warp, con ecos de Boards of Canada. Un trabajo que va desde la introspección emocional hasta la explosión rítmica. Un disco tan difícil de describir como cautivador en cuanto a su escucha.
La cantante, pianista y compositora Marina Herlop es toda una figura emergente de la escena más vanguardista. Su fichaje por PAN así lo revela y su segundo disco para el sello de Bill Kouligas (cuarto en su carrera) es una obra que transita por senderos de un pop experimental. Nekkuja es un jardín donde el sonido contemplativo marca de la casa se expande a través de melodías oníricas plagadas de una sensibilidad especial con un alto grado de positividad. Una pequeña delicia que te desarma por su belleza sonora.
Goshinboku puede parecer la colisión de dos mundos pero lo es de muchos más. Anthonius desde Madrid hace equipo con el sudafricano Sibusile Xaba para crear un disco que explora distintos sonidos desde lo caribeño hasta lo africano tamizado por lo europeo con una determinación y coherencia que engatusa. Afrobeat, Afroboogie, Hi Life, calypso, jazz y toques electrónicos muy bailables y amables. Clásico álbum que ganará con el tiempo como joya oculta. Aquí lo remarcamos para que no se pase por alto.
Posiblemente el trabajo conceptual más bello de todo el año. La alicantina Ylia nos sumerge en un ambient orgánico y sintético en la quietud y el silencio después de hechos que trastocan la vida de cualquier persona. Recoge y captura ideas según le viene la inspiración, sin mucho procesamiento previo para entregar un álbum que nos habla del dolor y su superación. Un disco crudo, espontáneo, honesto y con una narrativa exuberante para hablarnos de ciclos vitales muy humanos en los que nos podemos sentir reflejados. Disco necesario.
Ahora que el techno es lo que se lleva es cuando José Cabrera, conocido anteriormente como J.C. y también como Kasper, ha planteado un house atemporal en un disco que huele a clásico instantáneo. Muda de piel y lo hace utilizando ciertos códigos propios del hip-hop en un álbum plagado de matices en el que ha sabido rodearse de colaboradores que le dan un impulso diferenciador a su manera de abrazar el house. Cortes para hacer estragos en pista con otros que incitan a la escucha en un trabajo que se puede degustar por partes o escucharlo del tirón como si te contará una historia. Pura esencia.
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