Medusa Sunbeach Festival 2024, una celebración por todo lo alto

Más de 180.000 personas congregó el décimo aniversario del festival valenciano en el que hubo una gran amalgama de estilos donde la contundencia se impuso



Cinco días, siete escenarios y más de un centenar de artistas para congregar a más de 180.000 asistentes. Así a grosso modo se puede resumir el culmen que ha supuesto la celebración del décimo aniversario de Medusa Sunbeach Festival, que se llevó a cabo en la Playa de Cullera, al lado de la desembocadura del río Júcar del 7 al 12 de agosto. Un festival conocido ya popularmente como Medusa y posicionado como uno de los eventos más multitudinarios y conocidos del panorama festivalero nacional. 

Resulta curioso que, en plena Comunidad Valenciana, donde germinó la ruta del bacalao, primero con c y después con k, no tuviera un festival a la altura de aquel legado cultural de finales de los 80 y prácticamente los 90. En el SXXI, y para las nuevas generaciones, a través de estos últimos 10 años Medusa haya cubierto ese vacío. Hay algo de cierta justicia poética que esto se de en uno de los lugares cercanos a las carreteras por donde se estilaban templos de la música de baile, unos en ruinas y otros que aún resisten. 

Porque Medusa mira al presente pero siempre ha tenido un ojo en el pasado. Y el pasado siempre vuelve porque la música son ciclos. Así es cómo existen escenarios donde la nostalgia gana adeptos y cómo estilos que durante años han sido un nicho, ahora han explotado y son descubiertos por aquellos que, por edad, no pudieron vivir su edad de oro. 

Quizá es por eso que Medusa ha sabido leer muy bien a lo largo de los años las tendencias más mainstream. No nos vamos a engañar, levantar una miniciudad así no debe ser barato precisamente porque, a nivel de producción, Medusa tiene su espejo en grandes festivales europeos -sí, es el “Tumorroulan” de la Terreta- y para eso hay que vender muchos tickets. Si un año hay que programar conciertos indie, se sacan las guitarras; si hay que montar un escenario urbano/reggaetón, dale mami y bájalo al suelo. 

Los últimos reductos de la fiebre del EDM permanecen, el techno sigue vigente, el remember es un valor seguro porque el público que graba con el móvil en horizontal le gusta recordar sus años mozos… En esta concatenación de estilos no hay que ser un lince para saber que en 2024 el denominado Hard-Techno es lo que mueve a la chavalada y es lo por lo que se ha apostado de manera bastante evidente. También hay un convidado de piedra como es el hardcore; sin lugar a dudas el estilo que más furor causó y el gran tapado del festival. Todo ello hace que Medusa sea un evento intergeneracional muy interesante. 

Nosotros solo pudimos acudir dos días y fue suficiente para comprobar cómo ha crecido este festival. A nivel técnico y de producción prácticamente todo han sido luces, la única sombra es algo más de refuerzo de sonido en algunos escenarios, especialmente en el Resonance. El escenario principal, a falta de una definición mejor, es puro espectáculo. Decorado como un templo del Antiguo Egipto fue un espacio en el que si no te gustaba la música que sonaba, aquí un servidor levanta la mano, podías deleitarte con el poderío visual desplegado. Hubo puntos emotivos como en la jornada de clausura con Wade invitando al cantante Francisco para interpretar el himno de Valencia. 


En ese escenario vimos a la estrella del EDM Hardwell, que a mis ojos es algo así como el DJ Nano holandés, al propio DJ Nano, a Brenda Serna , algo de DJ Snake, un poco a Morten y a Energy Time de refilón. Una cosa tenemos que decir: existen más clásicos que ‘Insomnia’ de Faithless y el ‘Blue’ de Eiffel 65. Que yendo dos jornadas hayas escuchados varias veces esos temas habla muy mal del nivel de imaginación de los artistas. Eso sí, los fuegos artificiales, la pirotecnia y la locura de los drones podía hacer que te olvidaras que te estabas comiendo un Big Mac sonoro. 

El viernes disfrutamos de la contundencia de una Cera Khin bastante expeditiva haciendo honor a su nombre en el escenario Resonance. Un lugar por donde pasó un Richie Hawtin que vuelve a su senda clásica para regocijo de un pureta como el que suscribe. Aquí también pudimos deleitarnos con un Vintage Culture que fue de más a menos, un Carl Cox por el que no pasan los años y un b2b entre Andrea Oliva e Ilario Alicante que se nos quedó en algo insulso.


La explicación viene porque decidimos pasarnos por el escenario de Masters of Hardcore. Un caótico manicomio de saltos y patadas al aire con sonidos speedicos en el que era imposible no caer hipnotizado. El lugar ideal para hacer cardio como si tuvieras el poder de la estrella del Super Mario Bros. Obviamente tras salir de ahí, todo parecía gaseosa. Por cierto, en este escenario, el viernes fue el espacio dedicado el remember donde la media de edad subía bastante. Un túnel del tiempo que a algunos nos podía retrotraer a la época del progresivo de nuestra lozana adolescencia. 

Solo el stage de hard-techno, con un Luciid dando candela, podía igualarse a la locura vivida pero había que seguir investigando el recinto. Intentamos entrar en el stage de Vértigo, que es para vivir una experiencia más club en un festival tan masivo, siempre había cola y nos perdimos a Tania Vulcano, pero bueno somos ratas de club y ya apoyamos a esta escena en nuestra ciudad. Mención especial al B2B entre Alfredo Pareja y Vicente Belenguer en el Warehouse, también conocido como la sauna, porque quizá no tengan el nombre de otros muchos pero son figuras que dignifican ser DJ. Allí estaban dándolo todo con un hard-techno real con una técnica muy pulida. Solo necesitas 20 minutos para darte cuenta de quien es un DJ con horas en cabina encima y ellos me alegraron la noche. 

Medusa ha cumplido 10 años y desde estas líneas solo queda felicitarles por su organización. Con mención especial a su encargado de prensa, Ibai Cereijo, que dispensó un trato exquisito a todos los compañeros. A veces también hay que poner en valor a la gente que está detrás aportando su grano de arena a que todos los engranajes funcionen. 



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